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Wednesday, May 31, 2017

La distopia de Hermann Hesse







Antedentes:


Durante mi segundo año en la secundaria los papás de un amigo me obsequiaron  el libro "El juego de los abalorios" (Das Glasperlenspiel) del escritor Hermann Hesse.
El libro ha estado bajo mi custodia por décadas y ha soportado tanto viajes como mudanzas. Recientemente, intrigado por la traducción al Español del antiguo ejemplar, decidí comprar la versión en idioma  Inglés traducida  por Richard y Clara Winston.
Su relectura  y el significado del libro en mi vida son el motivo del siguiente ronroneo.

Ronroneo 6: La era del Feuilleton


“They seem to have formed an uncommonly popular section of the daily newspapers, were produced by the millions and were a major source of mental pabulum for the reader in want of culture. They reported on, or rather “chatted” about, a thousand-and-one items of knowledge.
…In some periods interviews with well-known personalities on current problems were particularly popular…Noted chemists or piano virtuosos would be queried about politics, for example, or popular actors, dancers, gymnasts, aviators, or even poets would be drawn out on the benefits and drawbacks of being a bachelor, or on the presumptive causes of financial crises, and so on. All that matter in these pieces was to link a well-known name with a subject of current topical interest.”


About feuilleton, the Glass Bead Game
 ¿Quién descubrió el cálculo diferencial e integral?


A la fecha no hay una respuesta oficial si fue Gottfried Leibniz o Isaac Newton. Algunos hechos apuntan que Leibniz obtuvo el área bajo la curva utilizando conceptos constituyentes al cálculo integral por primera vez en el año 1675 (12 años antes de que Newton postulara su tratado Principia) pero  también es cierto que junto con James Gregory e Isaac Barrow, Newton es el responsable de toda la teoría que soporta, prueba y valida al cálculo diferencial e integral. Si Newton hubiera sido alemán o si Leibniz hubiera sido británico probablemente no hubiera existido ningún conflicto ya que la controversia  se ha nutrido más  de la competencia internacional entre Alemania e Inglaterra que del interés individual de sus académicos.


¿Quién denunció primero la crisis existencial alemana del siglo XX, Thomas Mann o Hermann Hesse?

Cuando Mann, viviendo en Estados Unidos, recibió por primera vez los dos volúmenes de la primera edición del libro el Juego de los Abalorios no pudo ocultar su asombro ante el sorprendente parecido de la obra de Hesse con su novela Dr. Fausto (que aún estaba en desarrollo).En ambos libros la línea que soporta la narrativa es la misma: denunciar el carácter auto-destructivo de la civilización moderna.
Tanto en Dr. Fausto como en el Juego de los Abalorios  el libro-o la parte sustanciosa del libro- consiste en una narración en tercera persona sobre la vida de un héroe amado por el narrador. Tanto Serenus Zeitblom (narrador en Dr. Fausto) como los escritores de Castalia encargados de la biografía del Magister Ludi, mediante un tono excesivamente educado rayana en lo ridículo describen, sin miedo de aburrir a sus lectores, la vida de dos prodigios de la música: Adrian Leverkühn y Joseph Knecht.
Theodore Ziolkowski  establece esta analogía y hace notar una importante diferencia entre la obra Dr. Fausto y El Juego de los Abalorios: el tiempo donde se desarrollan los hechos.
Mientras el narrador de la novela de Mann, Serenus Zeitblom, puede escuchar el detonar de las bombas de la segunda guerra mundial al momento que escribe la biografía del compositor Leverkühn, los biógrafos del  Magister Joseph Knecht se refieren a la misma época como la era del Feuilleton y la analizan en retrospectiva desde el siglo XXV.
La era de Feuilleton toma su nombre de la sección del periódico con el mismo nombre. En el libro, el historiador Plinio Ziegenhalss es quien le nombra así por primera vez para denunciar, desde el futuro, la realidad que vivía Hermann Hesse. La era de Feuilleton es una crítica encriptada por Hesse a la apatía y desinterés de los intelectuales por lo que sucedía afuera de sus burbujas sociales, a la adicción al entretenimiento superfluo y a todo lo que Hesse consideraba que el ciudadano común hizo o dejó de hacer para permitir la gestación de la segunda guerra mundial.
Hermann Hesse nunca denunció explícitamente al régimen Nazi pero sus biógrafos señalan que su oposición al mismo era evidente. Esta posición provocó que la primera impresión del Juego de los Abalorios fuera prohibida en Alemania y tuviera que realizarse en Suiza, lugar donde también había tenido que cambiar de residencia el autor. La crítica del libro es estratégica y ataca más las causas del surgimiento de un gobierno autocrático con piel populista que sus consecuencias. La  sección de Feuilleton representaba un tipo sofisticado de propaganda política que garantizaba su consumo gracias a la naturaleza cada vez más egocéntrica  y narcisista de sus lectores.
Pero hay todo menos inocencia para justificar esta nueva cultura y comportamiento social, Hesse lo explica:  
 
“...these people with their childish puzzle games and their cultural feature articles were by no means innocuous children… Rather, they dwelt anxiously among political, economic, and moral ferments and earthquakes, waged a number of frightful wars and civil wars, and  their little cultural games were not just charming, meaningless childishness…They assiduously learned to drive automobiles, to play difficult card games and lose themselves in crosswords puzzles-for they faced death, fear, pain, an hunger almost without defenses, could no longer accept the consolations of churches, and could obtain no useful advice from Reason.”


La era de Feuilleton es hija de su padre el racionalismo y  huérfana de su madre la religión. La ausencia de los valores y doctrina religiosa dejaron un vacío existencial en la gente que, a pesar de gozar de la libertad intelectual  provocada por esta emancipación, decidió rellenarlo con una cultura inconsecuente coronada por  crucigramas. Algo parecido a colocar un tapete para disimular un agujero en el suelo.
No es coincidencia que tanto Mann como Hesse hayan creado personajes para representar a Federico Nietzsche en sus obras. Siendo Nietzsche un guía filosófico para la cultura alemana y el mundo, tiene sentido verlo encarnando a Leverkühn en la obra de Mann y a Fritz Tegularius en la obra de Hesse.Pero esta personificación y el valor de estos personajes en cada historia marcan la diferencia más grande entre estos dos libros. Para Mann, Leverkühn es el personaje central mientras que para Hesse, Tegularius es solo un personaje secundario frágil, aislado y con la única trascendencia de ser el protegido de Joseph Knecht.
Hesse proyecta sus creencias en el Juego de los Abalorios. La meditación, su creencia en la reencarnación y la espiritualidad proveniente de doctrinas asiáticas son la herramienta, tanto para sus personajes como para él mismo, para resistir el agujero existencial del presente.
Castalia y el Juego de los Abalorios son los elementos de la distopia que nos regaló Hesse y que motivó este ronroneo. Castalia es la provincia  que se construye y  representa el fin de la época del Feuilleton. En ella  se venera al conocimiento obtenido por la humanidad mediante la práctica y enriquecimiento del Juego de los Abalorios. Castalia representa lo que la escuela platónica representó para los griegos 400 años antes de Cristo y lo que los monasterios u órdenes religiosas en la edad media. Es la proyección de la misma idea que la humanidad ha tenido en cada punto de su historia para distinguir a los humanos de los animales.

¿Qué es el juego de los Abalorios?


Un concepto más que un juego. Muchas de los críticos del libro han aprovechado las ambiguas descripciones del juego para desacreditar su significado. Lo cierto es que no es ningún juego y no hay, ni habrá reglas para construirlo. El juego de los Abalorios es un ejercicio intelectual que pretende relacionar todos los saberes de la humanidad, una alegoría a la conciencia histórica.


 ¿Cuál es la distopia de Hesse?


Viviendo en una época donde la ciencia o verdad es menos importante que lo impactante o entretenido. Ahora donde la distribución económica y la desigualdad social hacen casi imposible que el ciudadano común pueda cultivarse y aportar algo de valor a su cultura. Hoy es la época del Feuilleton que Hesse profetizó.
La distopia es lo que nos espera  cuando decidamos quitar el tapete que oculta el agujero en el suelo que hemos tratado de ignorar todos estos años. Ese vacío existencial que fue descubierto por Hesse y sustentado por Mann o viceversa. Quien  haya sido el primero en descubirlo, al igual que con el cálculo diferencial e integral, es lo que menos importa.

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