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Sunday, January 7, 2024

Sobre la naturaleza de los sueños - Primera parte

 ¿Qué hacer si alguien te dice que soñó contigo

Seguro te ha pasado. A tus tantos años, ahora que hueles a fruta madura, tal vez para acabar un silencio posterior a una de esas pláticas robóticas con alguien de tu pasado a quien le quisieras decir algo más interesante que tu impresión del último restorán al que fuiste, en vez de darle noticias sobre tu trabajo, tu salud o hablar del paradero de tu familia o amigos en común.
¿Quién es capaz de escuchar esta confesión y no contestar casi reflexivamente… qué soñaste?
En el contexto que describí, la confesión está cargada de una tensión sexual obvia.
Aclaro que estas ideas no solo son para estos casos. Creo que saberse protagonista en el sueño de alguien, sin importar quién te sueñe, suele ser germen de interés en cualquier conversación y en las circunstancias correctas, puede incitar en el soñado una curiosidad intensa por desenmarañar su significado.
Estas líneas que siguen las escribo (presente porque pienso editarlas) para los despiertos, para quienes quieren entender qué significan los sueños y qué relación tienen con lo que estamos viviendo, nada más. Enfáticamente declaro, robándome palabras del maestro Hugo Hiriart, “yo mismo que lo escribí no soy especialista ni experto en nada ni sé más que tú de nada”. Me atrevo a aventar la primera frase de muchas de uno de mis ídolos literarios porque coincidentemente, Hiriart también ha tenido una obsesión exquisita por entender los sueños. Gracias a sus excelentes exploraciones escritas en su libro Sobre la naturaleza de los sueños, he podido encontrar un punto de partida para esta humilde aportación sobre el tan despreciado y pisoteado tema de los sueños.
¿Cómo saber si el sueño que te contaron sucedió, que no es un cuento para disfrazar lo que esa persona no te puede decir que piensa en su vigilia sobre ti?
Contestar esto es muy difícil (pero no imposible). Un sueño no es algo que se construya, es algo infinitamente personal y juzgar el sueño de alguien sin el rigor adecuado puede ser ignorante y riesgoso. Hiriart prueba esta proposición cuando asegura que un sueño no tiene una mirada sinóptica. ¿Qué es una mirada sinóptica?
Es nuestra capacidad natural como seres humanos a unir el principio y el fin en una historia, de utilizar nuestra memoria inmediata para conferir provisionalidad a una idea o imagen en espera de que el final revele su sentido. Como cuando intentamos contar un chiste y decimos:
“Llega una señora muy gorda a un bar…”
Si alguien te interrumpe preguntando “¿Cómo se llama la señora gorda?” o “¿Dónde está ubicado el bar?”, le decimos, creo, “espérate, eso no importa”. Si la persona insiste, habría que repetirle el significado de conferir provisionalidad (que escribí arriba) en espera de un final revelador, a enseñarle a mirar sinópticamente lo que se está diciendo.
El final de la mayoría de los cuentos y chistes populares articula la interpretación de la información dada en cada uno de sus episodios o detalles. Un sueño, en cambio, es infinito, su naturaleza es incompatible con la síntesis.
La mirada sinóptica que denunció Hugo Hiriart es el producto de nuestro algoritmo interno encargado de ordenar el mundo dentro de nuestra cabeza. Emerge en el consciente y está a nuestra disposición. Un sueño (los de a de veras) no tiene tiempo. Sin tiempo, la idea representada para el que sueña muestra su estructura, su forma. ¿Por qué no se pueden resumir los sueños?
Porque ya son una especie de resumen, ya exhiben su forma y no pueden apretarse, encapsularse de ninguna manera. En cada instante del sueño está todo el sueño, todo es igualmente importante, todo está dado en cada momento y es irreductible.
“Los sueños son como un presente que se desplaza, que crece” (Hugo Hiriart)
Si quien presume soñarte puede resumir un sueño otorgándole provisionalidad a los detalles, no te soñó.
Tengo mucho más que decir acerca de los sueños, hoy termino con un pedazo del poema “Alguien Sueña” de Jorge Luis Borges
“¿Qué habrá soñado el Tiempo hasta ahora, que es, como todos los ahoras, el ápice? Ha soñado la espada, cuyo mejor lugar es el verso. Ha soñado y labrado la sentencia, que puede simular la sabiduría…Ha soñado que Alguien lo sueña”



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